Este viaje ha sido breve pero tan intenso como todos. Cuando viajo siempre vuelvo con bultos extra en la maleta, que ya cerraba a duras penas en el salón de mi casa antes de salir -y con bultos extra en la cabeza o en el corazón, a los que tengo que ir encontrando sitio mientras vuelvo en el avión-.
Como mi móvil ha muerto, he podido leer. El libro que tengo entre manos es la biografía de Joy Division, contada por su bajista como si fuera un chiste de doscientas páginas. Pero bajista aparte, el macarra torturado de Ian me parece cada vez más cercano, y durante este viaje ha sonado She’s Lost Control en mi cabeza todo el rato.
“Confusion in her eyes that says it all.
She’s lost control.
And she’s clinging to the nearest passer by,
She’s lost control.”
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