Cuando vengas a Milán, chulona mía, voy a hacerte emperatriz de Malpensa.
Un aeropuerto de noche es un planeta abandonado.
La sencillez del apartamento donde me alojo cuando vengo aquí es luminosa, me hace descansar. Me hace sentir en casa aunque no haya juguetes y la cama de matrimonio esté vacía.
De los milaneses espero que se me pegue la elegancia y la capacidad de llevar abrigos con gracia.
Mi trabajo estos días consiste en documentar cómo un grupo de directivos aprende a aplicar un nuevo método de trabajo para transformar su empresa. Pasando por transformarse ellos primero, claro. Puede que sea revolucionario. Por ahora sé que cada vez que vengo me traigo de vuelta a casa una versión mejorada de mí misma.
Leave a reply